viernes, 23 de abril de 2010

Historias de Alfheim (Capítulo 4)

Cuando Sally llegó a su destino la tiraron dentro de un calabozo mugriento, estaba oscuro y lo poco que se podía ver era asqueroso, el suelo estaba lleno de polvo, había restos de comida pudriéndose, se oían ruidos que recordaban a ratas; las paredes estaban hechas de ladrillos muy grandes, con mugre y algunos rotos. Aquel lugar era cilíndrico y bastante amplio, una escalera alta llevaba a la puerta y sólo pasaba luz a través de unas rendijas estrechas por las que se podía ver el exterior. Por lo que veía Sally, el mundo de los elfos oscuros era un lugar tenebroso, lo único que se podia observar desde alli eran bosques de colores lilas oscuros y verdes marchitos, y niebla, mucha niebla. Sally decidió no mirar mucho por aquellas rendijas.

-No vaya a ser que me vea un troll, se cuele y me arranque la cabeza de un hachazo -pensó

Entonces se sentó en el suelo y esperó. Se había tomado la situación mucho más tranquilamente de lo que se la tomaría una persona en situaciones normales.
Pasaron unos minutos y alguien abrió la puerta.

-Chica, aqui tienes esto, asi te entretienes -dijo, lanzando a un chico por las escaleras.
-Au, au, au -se quejó- ¡La proxima vez tira a tu madre! -gritó.

Se cerró la puerta entre gritos que procesaban blasfemias varias. Entonces Sally se acercó a aquel chico, que estaba en el suelo doliéndose.

-Esto...¿estas bien? -preguntó preocupada
-S...Sí, creo -dijo, entre quejas de dolor.

Cuando levantó la cabeza, su rostro quedo iluminado por un haz de luz procedente de una de las rendijas. Su pelo era negro azabache, corto; sus ojos de un marrón intenso, su mirada transmitía sabiduría; al incorporarse Sally observó que no era muy alto, estaba delgado pero musculoso y iba vestido con unos ropajes extraños, a ella le recordaban a los de un monje, pero en negro y con una banda blanca al final de las manos y al final del manto, a la altura de los pies.

-Me llamo Enric, tu debes ser la humana que capturaron esos energumenos, hara ya cosa de un mes -Dijo, sonriendo.
-Si, el camino hasta aquí al parecer es muy largo, me llamo Sally, encantada -dijo tímidamente

Pasaron unos segundos de silencio y entonces a Enric se le abrieron mucho los ojos, como haciendo un gesto de sorpresa

-¿Estabas sola en el momento del secuestro? -pregunto Enric inmediatamente, sin dejarla decir nada más.
-No, me acompañaban 3 amigos -contestó sorprendida por la pregunta.
-¡Bien! -exclamó- Ahora ya estamos los cinco.
-¿Cinco? ¿qué cinco? ¿qué pasa? -preguntó, más soprendida aún.
-Mmm, a ti aún no te lo han contado, mira en este mundo hay dos fuerzas en equilibrio, la luz y la oscuridad, se dice que cuando cinco humanos atraviesen la barrera interdimensional ese equilibrio se romperá y todo el poder se irá hacia uno de los lados el cual se haría poderosisimo y esos humanos deberan ayudar a que vuelva ese equilibrio. El problema es que los elfos oscuros quieren ese poder para dominar el mundo y extinguir a los elfos de luz, los cuales ni siquiera quieren el poder de la luz, ellos quieren que el equilibrio se mantenga. Yo fui reclutado al llegar a este mundo por las fuerzas de la oscuridad, que me proporcionaron los poderes del espiritu de la oscuridad, Shadow, yo, al ver sus oscuras intenciones quise renegar de esos poderes, entonces me los quitaron y me encerraron en el calabozo por hereje -contó Enric.

A Sally se le habían quedado los ojos como platos y se empezó a poner neviosa, entonces sacó su Ipod y se puso a escuchar musica para tranquilizarse.
-¡Oh, musica! -exclamó Enric- ¿Qué escuchas? -preguntó
-Ahora mismo The Killers, ¿quieres escucharlo conmigo? -dijo Sally algo menos nerviosa, pero aún temblando.
-Bueno, vale, mejor que el silencio y el aburrimiento de este antro -se quejó Enric-
Tranquila, estoy seguro que vendrán a salvarnos -dijo, mientras se sentaban en el suelo.

Ya estaba anocheciendo y ellos siguieron escuchando música hasta que cayeron rendidos por el cansancio. Ya era de día y se despertaron a oír unos ruidos, eran como gritos y provenían de detrás de la puerta del calabozo. Sin darles tiempo a levantarse para ver lo que había pasado la puerta empezó a derretirse. Sally y Enric se asustaron y se escondieron debajo de la escalera, esperándose lo peor.

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